Gijón, por los herbazales del concejo. Fotografiada en el parque de Laviada, Monte Deva, senda del Cervigón (Estaño), parque Isabel la Católica, parque de la Providencia, Campus universitario, cerro de Santa Catalina, el Rinconín....
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Si hubiera conocido a Jundio, quizá le hubiera enseñado un texto que escribí hace años. Es este:
Hubo un tiempo, mi niña hermosa, en que creí tener el cuerpo tan lleno de cicatrices que ni una más podría grabarse en mi piel. Eran de todos los tamaños, formas y colores. Cada una llevaba una fecha, algunas un poema y otras una canción. A veces las mostraba orgullosa como signos de quien ha vencido en muchas batallas; otras, las maquillaba con sonrisas y vino, temerosa de que adivinaran un pasado de luchas. Ahora, cuando ya intuyo por dónde puede llegar la próxima, me doy cuenta de que solo hay una: la inmensa y gran herida de seguir viva. Por eso, cuando se abre y deja manar sangre en abundancia, recuerdo el nombre, y la fecha, y la canción, y el poema, y el olor, y el sabor de cada una de ellas. No te molestes en abrir varias brechas en tu piel: con una basta para desangrarte.
La consuelda no suele ser suficiente para este tipo de heridas, pero la última foto, por ejemplo, ayuda mucho.
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Si hubiera conocido a Jundio, quizá le hubiera enseñado un texto que escribí hace años. Es este:
Hubo un tiempo, mi niña hermosa, en que creí tener el cuerpo tan lleno de cicatrices que ni una más podría grabarse en mi piel. Eran de todos los tamaños, formas y colores. Cada una llevaba una fecha, algunas un poema y otras una canción. A veces las mostraba orgullosa como signos de quien ha vencido en muchas batallas; otras, las maquillaba con sonrisas y vino, temerosa de que adivinaran un pasado de luchas. Ahora, cuando ya intuyo por dónde puede llegar la próxima, me doy cuenta de que solo hay una: la inmensa y gran herida de seguir viva. Por eso, cuando se abre y deja manar sangre en abundancia, recuerdo el nombre, y la fecha, y la canción, y el poema, y el olor, y el sabor de cada una de ellas. No te molestes en abrir varias brechas en tu piel: con una basta para desangrarte.
La consuelda no suele ser suficiente para este tipo de heridas, pero la última foto, por ejemplo, ayuda mucho.
Y lo reconfortante que resultan los recuerdos de cada una...
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